Nery
Alexis Gaitán
La
miel trae su ancestro de las flores
sus
frutos dará el mal tarde o temprano.
Pensar
que nadie escapa a los rigores
de
las compensaciones del arcano.
(de
Estatua
de Sal)
La vida de Miguel R.
Ortega ha sido larga y fructífera. En el campo profesional se graduó de
abogado, ha sido funcionario público y como diplomático ha representado
dignamente a nuestro país, en Guatemala y El Vaticano, dejando muy en alto el
nombre de la patria. De una extraordinaria condición humana, ameno conversador
y poseedor de un profundo conocimiento de la riqueza histórica nacional,
resalta su condición de pensador humanista, exquisito artista y morazanista
fiel.
Acercarse a la obra de Don
Miguel Rodrigo Ortega es una amena tarea en la cual se encuentra a un
intelectual completo, a un clásico viviente de las letras hondureñas en su
mejor expresión. Hay que decir que la altura moral y el gran amor por la patria
son los pilares desde los cuales el aeda ha construido su valiosa obra.
Morazanista de pura cepa,
se dio a la tarea de reivindicar el nombre de nuestro máximo paladín que los
enemigos de lo nuestro tachaban como un bandolero. El extenso trabajo
investigativo de Don Miguel, bajo el título de “Morazán, Laurel sin Ocaso”, en
tres tomos, más tres libros adicionales: “El Eco del Silencio; refutación a los
dicterios vertidos contra Morazán”, “Morazán Perfil Continental” y “Morazán Ante
la Juventud”, ha dejado muy en claro la valía de nuestro insigne héroe
nacional. Es así que con su extensa obra nos presentó a un Francisco Morazán en
todo su esplendor, haciendo que brille por siempre el héroe, y por lo tanto el nombre
de la patria.
Asimismo, ha publicado
libros de análisis jurídico y de arbitraje, a nivel nacional e internacional. En
el campo propiamente de la literatura ha cosechado con un éxito rotundo la
poesía y el cuento. Junto a Don Santos Juárez Fiallos y Don Felipe Elvir Rojas han
sido los tres poetas que más han cultivado la forma clásica del soneto con una
exquisita calidad.
Sus sonetos, plenos de
belleza, acercan al lector a las profundas verdades de la vida, tamizadas por
el numen poético, el ojo sabio que desnuda lo humano; engalanando la palabra
certera que dispara el misterio de lo bello, estremeciendo con agrado el
corazón del acucioso lector.
Del quehacer poético de Don
Miguel R. Ortega se ha dicho con propiedad que es un alto cultivador del verso.
Citaremos sólo dos fuentes. El insigne poeta Claudio barrera expresó que “fue Don
Miguel quien le dio el golpe a la piñata lírica, al llenar de una belleza nueva
y singular las catorce líneas del soneto”.
Y el también compañero en
el cultivo de lo bello, Don Felipe Elvir Rojas, con certeza ha planteado que el
trabajo poético de Don Miguel “es un hontanar de aguas serenas y cadenciosas;
un mirarse a sí mismo y mirar a los hombres y sus hechos, con prudencia y
sabiduría. La poesía de Ortega es vino nuevo para ser degustado por los amantes
de las letras. Hay en ella inefable caricia de amor, dolor y angustia; y
también una fresca alegría que, de acuerdo con los estados de ánimo, discurre
por caminos despejados o por laberintos filosóficos, en pos del misterio y de
la verdad. Ortega no es un poeta superficial, sino de abismos profundos, vale
decir, de enigmas”.
“En la poesía, su
predilección es el soneto, novedoso, sorprendente, con metáforas audaces y
felices en su forma y contenido. Es el tallador de gemas, iluminado del buen
decir y apasionado por las cosas bellas de la vida. No se conforma con ver de
lejos la montaña, sino que alcanza la cima en donde escucha las arpas de los
pájaros, el ritmo de limpios manantiales y el ruido de los árboles tocados por
el viento”.
“Su poesía es humana y
delicada como cristal de Bohemia. Traza rutas novedosas a la estética, cuyo fin
último es producir belleza, a través de la palabra que el maestro maneja con
exquisitez, aire de sinceridad y temblor de oculta llama que hacen llevadera la
existencia. Todo eso y otras aristas recónditas, propias de un espíritu
superior, encierra el mensaje lírico del ilustre compatriota”. Lo dicho,
estamos frente a un poeta que cincela la belleza en cada verso que edifica.
Como narrador ha
publicado cuatro colecciones de cuentos, teniendo un libro inédito, en donde
demuestra su gran dominio de las técnicas narrativas, explorando temas de
misterio, amor, amistad o desamor que lo ubican como uno de los grandes
cultores del género en nuestro país. En una entrevista planteaba que: “Este
aprendiz de narrador se inició cuando, platicando con algún amigo, me decía: ‘Ese
es el tema de un cuento’. Tal vez el principio tenga algo de verdad, pero el
resto es ficción. Decía Balzac que el secreto de una narración ‘está en hacer
creer que lo que se lee ha ocurrido realmente’. Es posible que esa aseveración
del novelista francés nos haya guiado en nuestros intentos de narrador… Acerca
del cuento sólo podría decirle que, en mi caso, siempre procuré contar algo
arrancado de algún hecho real, después la imaginación fue tejiendo la urdimbre
y me ha acaecido al relatar el suceso real, haber dudado sobre los pormenores
del incidente, si tuvieron lugar en cierta forma, o cómo los tergiversé en mi
fabulación”.
Es así que nos encontramos
con un narrador con pleno sentido del oficio. Trama, acción, personajes, descripciones,
están al servicio de la historia que, diestramente articulada, atrapa al
lector. Lo maravilloso, lo inesperado, el influjo de un después de esta vida,
evidente desde este lado de la realidad, se confabulan para entregarnos
exquisitas piezas narrativas. Don Miguel, al abordar temas más allá del campo y
su recurrencia, ingresa al cosmopolitismo, abordando temas de corte citadino,
convirtiéndose en un renovador de la cuentística hondureña a partir de la
década del setenta del siglo pasado. De esa forma, su obra narrativa adquirió
gran relevancia en el desarrollo de nuestra cuentística.
Para la Academia
Hondureña de la Lengua es de sumo agrado presentar este tomo de obra selectas que
contiene una muestra significativa, tanto de la obra poética como narrativa, de
Don Miguel R. Ortega, a quien se le concedió el Premio Ramón Amaya Amador por
sus altos méritos artísticos y de vida.
Datos biográficos.
Poeta, narrador, ensayista y diplomático. Nació en San Marcos, Santa Bárbara,
en 1922. Estudió la Carrera de Derecho en la UNAH. Como diplomático ha
representado a nuestro país en Guatemala e Italia. En 1984 se le otorgó el
Premio Nacional de Literatura “Ramón Rosa”. En 2018 la Academia Hondureña de la
Lengua le otorgó el Premio Ramón Amaya Amador, en reconocimiento por su
prolífica obra. Es miembro de la Academia Hondureña de la Lengua.
Datos bibliográficos. Obra
publicada: CUENTO: Los Instantes Sin Tiempo, México (1976), La Senda de
los Sueños Sin Eco (1981), El Espejo Habitado (1985), Cuentos Para el Ayer de
un Futuro (1997), Cuentos a la Orilla del Olvido (inédito). POESIA:
Itinerario de las Briznas (1972), Letras en la Piel de la Espuma (1982), Oda al
Libertador (1983), Voces Desde el Sur del Alba ...en los labios del viento
(2000). ENSAYO: El Arbitraje Internacional, Instrumento de Paz, Madrid
(1958), El Valor de los Tratados Internacionales en el Derecho Interno (1964),
Títulos de Adquisición de Soberanía en la Jurisprudencia y la Doctrina
Internacional (1976), Golpe de Estado, Poder Constituyente y Constitución (2009).
Morazán, Laurel Sin Ocaso, del cual han sido publicados tres tomos (1988, 1991,
1992). Morazán Ante la Juventud (Guía para la Cátedra Morazánica), (1991).
Morazán, Perfil Continental (1992). Obra Literaria Completa (2020)
publicación de la Academia Hondureña de la Lengua, al haberle otorgado el
Premio Ramón Amaya Amador en el 2018.
Juan Ramón Martínez,
Director Academia Hondureña de la Lengua, Diciembre del 2020
Nery Alexis Gaytán, Vice
Director de la AHL, diserta sobre la personalidad y la obra de Miguel R.
Ortega, Diciembre del 2020.
Asistentes a la
presentación de la Obra Literaria Completa de Miguel R. Ortega, en la AHL,
Diciembre del 2020.
No hay comentarios:
Publicar un comentario