Nery Alexis Gaitán
La versátil pluma del
escritor hondureño, José H. Blanco,
nos ha dado un estudio muy interesante que trata de explicar las causas del
comportamiento del hondureño. En ella se destacan su constante pasividad y la
sumisión cotidiana que presenta en todos los aspectos de la vida nacional.
Parafraseando a Valle
expone que el estudio más digno de un hondureño debe ser Honduras. Y la
consolidación de una verdadera identidad nacional. El libro, que consta de una
introducción más seis capítulos, destaca lo siguiente:
Que “el presente estudio
está basado en la premisa que la conducta del hondureño promedio ha sido
delineada por factores externos e internos, con deliberado propósito para
mantenerlo sumiso bajo una aparente pasividad, una trama bien montada” (pág.
5).
El hondureño se enfrenta
a una realidad “que lo golpea duramente, pero que olímpicamente ignora. En
donde no se sabe qué es de más lamentar, si la condición de desigualdad que
padece o la desidia para enfrentar la situación”. Ante ciertos reclamos de
algunos sectores siempre su pasividad se manifiesta en expresiones como: “Para
qué, esto nadie lo arregla, sólo Dios”, “ustedes son unos vagos”, “todos son
corruptos”, “si no trabajo, no como”; o cualquier otra excusa que denota
desinterés y rechazo (pág. 14).
La pasividad se
manifiesta en todo; por ejemplo, no reclama por los saqueos constantes a las
instituciones públicas, no defiende sus derechos laborales, “lo ven como algo
arriesgado e inútil”; también vemos la actitud sumisa del gremio magisterial.
“No menos alarmante es el estoicismo con que la población tolera las altas
constantes en las tarifas de los servicios públicos. Cada vez estos servicios
pasan de lo estatal a lo privado, en complacencia de medidas dictadas por
organismos financieros internacionales” (pág. 15). Asimismo analiza el abuso de
la extorsión en todas sus formas y del dinero plástico.
“Esta lasitud del
hondureño de no encarar su lamentable situación, puede ser porque realmente
piensan que no vale la pena complicarse la vida en este mundo, cuando están a
un paso de pasar a otro donde no hay problemas (esto nadie lo arregla sólo
Dios)” (pág. 20). También es indiferente a la violencia que lo agobia.
Tratando de encontrar las
causas que originan el comportamiento del hondureño, el autor bucea en el
pasado y plantea que la Conquista, analizando varios aspectos de este período,
fue uno de los factores que cercenaron la rebeldía catracha. “el ADN de la
valentía de los pueblos autóctonos se fue diluyendo por el exterminio y el
mestizaje en que esto derivó” (pág. 30). “Aquí podemos identificar el origen de
un comportamiento originado por el sometimiento español, que más adelante será
emulado por otras fuerzas” (pág. 32). “Tal comportamiento fue perfilándose,
sumergiendo al mestizo en un limbo existencial, sin percatarse del nuevo rol
que debía tener: hombres y mujeres libres
con derechos” (pág. 33).
Luego “destaca que en ese
potaje histórico hechos que tuvieron lugar en la primera mitad del siglo
referido (20), que imponiendo su sello en esta época, tendrán repercusiones
delineando la conducta del hondureño. El enclave bananero (1911-1954,
prácticamente un Estado dentro de otro Estado); el Cariato (1933-1948); el
militarismo (1963-1982; 2009 a la fecha); y como cerrando la pinza, la llegada
de los así llamados “turcos” (inicios del siglo XX)” (págs. 39-40).
Seguidamente va
analizando estos momentos de la historia nacional y dando las pistas necesarias
para ir entendiendo la sumisión e indiferencia que caracterizan al hondureño.
Asimismo analiza una serie de elementos alienativos que han impedido que se
forme una sólida identidad nacional.
A continuación analiza
una serie de circunstancias de tipo económico y político que deliberadamente
van dirigidas a crear sumisión en el hondureño, haciendo énfasis en que: “El
infeliz lo es, no tanto por su voluntad como por fuerzas que conspiran para
mantenerlo en esa situación” (pág. 64).
El autor plantea que se
deben buscar soluciones y parte de una gran verdad: “Nunca hemos sido libres,
por tanto no se puede perder lo que no se tiene. Es vano e inútil entonces
hablar de recuperar algo que no se ha tenido, pero sí podemos aspirar a
tenerlo” (pág. 70). Asimismo que los electores deben elegir políticos de
calidad; y que se debe optar por establecer una verdadera democracia
participativa. Y que se le debe dar importancia a una educación de calidad; al
respecto establece que menos armas y más educación es igual al desarrollo.
“Cuando los pueblos le apuestan a la educación, siempre ganan. Pierden cuando
gastan más en armas” (pág. 83).
El libro concluye con el
tema “Luz en el Horizonte, el nuevo hondureño, en donde señala, entre otros
aspectos, que han pasado al menos ocho generaciones desde la independencia y
que esos genes derrotistas ya se han extinguido en el hondureño de hoy, y por
lo tanto, podemos crear una nueva vida de calidad.
Este interesante análisis
nos hace un recorrido por los aspectos importantes de nuestra historia. Por lo
que todo hondureño bien nacido debiese leerlo para que pueda entender sus
orígenes. Enhorabuena al escritor Blanco que nos recuerda nuestra hondureñidad
y el compromiso que todos tenemos para construir un mejor país.
Fuente: Blanco, J. H.
2017. ¡Complot! Un acercamiento a la conducta del hondureño. S.n.t. 94 págs.
No hay comentarios:
Publicar un comentario