Juan Ramón Martínez
El 26 de junio de 1969, El Salvador
rompió relaciones diplomáticas con Honduras. Respondía a las expulsiones
masivas, de salvadoreños, -- la mayoría pequeños propietarios, peones
agropecuarios-- que, residían en Honduras. Este es el mayor acto de injusticia
cometido por Honduras, en contra de los derechos humanos. El 3 de julio, un
avión de SAHSA, fue impactado por disparos mientras aterrizaba en Ocotepeque.
Pese a estos indicios, López Arellano, no creía que El Salvador invadiría a
Honduras, pese a los informes presentados por el embajador Virgilio R. Gálvez.
“El ejército salvadoreño experimento un revés el 11 de julio, cuando una
pequeña fuerza militar que había penetrado territorio hondureño, sufrió cuatro
muertos en una emboscada” (Carlos Pérez Pineda, Una Guerra Breve y Amarga, página
67). El 12 de julio Anastasio Somoza, presidente de Nicaragua le aviso a López
Arellano que “venía la guerra”. Ordeno el despliegue del Primer Batallón de Infantería
hacia la zona Sur, el II Batallón a Sabanetas Marcala y el III Batallón a
occidente. Para entonces las dispersas unidades de la Zona Militar de Occidente,
estaban en Ocotepeque, dispuestas a enfrentar al invasor. El 14 de julio a las
6.15 de la tarde aviones salvadoreños, atacaron Tegucigalpa, Choluteca,
Catacamas y otras ciudades más, con el fin de crear pánico en la población. El día
15, El Salvador ataco en tres frentes, usando sus mayores recursos militares
contra el occidente de Honduras. En la operación, El Salvador, con mejores
armas, rompió las líneas hondureñas el día 15. En el Frente Sur, tomo el
Amatillo y avanzo 8 kilómetros sobre la carretera del sur. Allí fue detenido
por tropas hondureñas, comandadas por Policarpo Paz García. La Fuerza Aérea,
dirigida por Enrique Soto Cano, domino los aires y el coronel Fernando Soto,
derribo ese día, tres aviones salvadoreños. En tierra, Honduras retomo la
iniciativa el 17 deteniendo la avanzada salvadoreña que, se movilizaba a hacia
el Portillo, mientras unidades de infantería, detenían al general Medrano, en
la Labor. El Salvador, movilizo más de 12.000 hombres. Honduras resistió con
3.478 soldado. Las bajas oficiales, fueron 93 por Honduras y 398 por el
Salvador. El Colegio Médico Hondureño, dirigido por Ramón Custodio López,
desplego a sus miembros en todos los frentes de guerra. El cese del fuego empezó
a cumplirse el viernes 18 de julio.
II
Jorge Bueso Arias, narra que “Cuando
empezamos a analizar la situación y a discutir lo que se podía venir, pude
notar que, de parte del presidente López Arellano no había buena voluntad de
hablar con los salvadoreños. “Me dijo: “… allí me llama por teléfono ese enano
– refiriéndose al general Fidel Sánchez Hernández, en aquel entonces presidente
de El Salvador—pero yo no quiero contestarle”. “Él está siendo presionado para
que nos invadan y si no lo hace pueden darle vuelta”. Yo le dije lo siguiente:
“Mira Osvaldo, hay que evitar que nos invadan, contéstale a Fidel, habla con él,
pónganse de acuerdo en cualquier diferencia que pueda existir, pero hay que
evitar que estalle la violencia entre estos dos países que han sido los más
cercanos entre sí en Centroamérica”. Osvaldo dijo: “aquí no quieren a los
salvadoreños y el pueblo no los mira con buenos ojos”. Le contesté: “no siempre
es así, Osvaldo, puede que en algunos pocos casos tengas razón, pero aquí hay
muchos salvadoreños que son muy apreciados y sus hijos nacidos aquí son tan
hondureños como tú o como yo”. (”Tiempo Digital, 15 de julio de 2008,
citado por Pérez Pineda, página 65)
III
El 12 de julio, recuerda, Francisco
Zepeda, “Hace 51 años, a las 6.45 de la mañana, se formó el Comando Norte – con
sede en el aeropuerto Ramón Villeda Morales de San Pedro Sula – el Comando
Norte (de la Fuerza Aérea de Honduras) con 4 Corsarios F4US, un C-54 y una
avioneta C-180. (Los) pilotos de los Corsarios: Carlos Aguirre, Walter López
Reyes, Edgardo Mejía y Marco Tulio Rivera. Pilotos de C-54, Chinchilla y
Salgado. Pilotos de C-180, Castro Cabus y Acosta Gamundi. Este comando realizo
ataques a Ilopango, sede de la FAS y otras instalaciones.
IV
Wilfredo Sánchez, escribe. “Y a dos
kilómetros de distancia, una línea de tiradores constituye la defensa de la
frontera en el Teatro de Operaciones de Ocotepeque. Dos compañías constituidas
por una mezcolanza de tropas de Copan, Ocotepeque, Santa Bárbara, personal de
Caminos, CES y algunos voluntarios rebosantes de patriotismo, nada de
adiestramiento, mal armados con (fusiles) Remington, Edyston, Mauser, Springfield,
New Hausen, Johnson, Garand y carabinas. Incluso fusiles de carga simple, o sea
de un solo tiro; los apoyos son dados por ametralladoras Browniana, Madsen 7 y
30, Bredas y Lewis, lanza cohetes 3.5, fusiles sin retroceso 57 y morteros 60 y
81, 320 hombres entre tropas permanentes, voluntarias, algunas entrenadas para
operaciones de seguridad interna, ………. reclutas que nunca han disparado un
fusil. El capitán Carlos Martínez, encontró soldados barbilampiños, con sus
ojos vidriosos, con la mirada fija hacia el frente, a la frontera, asustadizos
al más leve ruido” ( Ticante, diario de la guerra Honduro-salvadoreña, página
12). Con estas fuerzas, Honduras pretendió detener a dos batallones
salvadoreños, bien entrenados y con armamento y municiones uniformes y con el
deseo de arrollar a los hondureños y tomar Ocotepeque. Aunque Honduras, tenía
el Tercer Batallón de Infantería, con más municiones y mejores armas, no entro en
combate. Enviaron dos pelotones que se sacrificaron, en vez de empeñar todo el
batallón. El comandante del III Batallón, Melgar Castro, había sido relevado
del mando. Y quien lo comandaba, era el coronel Zepeda. Una gran parte de estos
soldados desertaron. El 15 de julio envolvieron las primeras líneas hondureñas;
pero solo ocuparon Ocotepeque hasta el 16.
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