Oscar Aníbal Puerto Posas
Julio Cortázar |
En
el contexto de la celebración del VII Congreso Internacional de la Lengua
Española en la ciudad argentina de Córdova, la Real Academia Española (RAE), la
Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE) y la Academia Argentina
de Letras (AAL), rindieron merecido homenaje a uno de los autores más
importantes de todos los tiempos y a su obra más emblemática “Rayuela”. Obvio,
nos estamos refiriendo a Julio Florencio Cortázar (tal el nombre con que fue
inscripto en Bruselas, Bélgica, donde su padre se encontraba integrando la
representación diplomática argentina).
La
“opus magna”, anteriormente dicha, tras presentaciones de Gabriel García
Márquez, Adolfo Bioy Casares, Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes y Sergio
Ramírez. Que el nicaragüense vaya de último no significa que sea de inferior
calidad literaria que sus colegas. Fue un capricho de los editores.
Además,
en “Rayuela”, “hay otros lugares”, para otros autores y autoras.- En lo
personal me conmocionó María Alejandra Atadío con su boceto: “Julio Cortázar
Biobibliografía”.- No lleva pretensiones literarias excelsas.- La dama se
limita a presentarnos a Cortázar desde su nacimiento (1914) a su óbito (1984).
Incluso, María Alejandra, nos contará la causa de su muerte: Leucemia y el
sitio en que reposa: cementerio de Montparnasse, París.
Se
inició en las letras con alguna timidez. Al grado de utilizar un seudónimo:
“Julio Denis”. El que utilizó en 1941 al publicar su primer artículo “Rimbaud”.
Se lo acepta “Huella” (de Buenos Aires). Un año después (1942), “Llama al
teléfono, Delia”, cuento publicado bajo el mismo seudónimo y sin su
consentimiento, (“El Despertar” (Chimilicoy).
Chimilicoy
es un pequeño pueblo de la provincia de Buenos Aires, donde Cortázar fungía
como enseñante de Historia, Geografía e Instrucción cívica en la Escuela Normal
Domingo Faustino Sarmiento.
Por
seguir al escritor, nos hemos olvidado del hombre. En 1918 la familia regresa a
la Argentina, y se instala en la localidad de Bonfield, a diecinueve kilómetros
de la ciudad de Buenos Aires, donde permanecieron hasta 1951. El padre (Julio
José Cortázar) abandonó definitivamente el hogar. El futuro escritor no ha
cumplido seis años. Se crió con su madre: María Herminia Descote, su hermana
Ofelia y su abuelo materno. No volverá a ver a su padre.- Es el clásico
abandono filial latinoamericano. No se sabe hasta qué punto afectó la vida del
grande autor. Las estrechas economías lo llevaron al magisterio. Se graduó de
Maestro Normal en 1932. Tres años después obtiene el título de Profesor Normal
en Letras. Sus destinos laborales son humildes: ciudad Bolívar, una pequeña
ciudad en la provincia de Buenos Aires. Al principio hizo poesía: “Presencia”
(1938), publicado bajo el seudónimo a que ya hicimos referencia: Julio Denis.-
Entendió que la poesía no era lo suyo y no insistió.
De
Chiclayo, da un salto importante, pasa a ser catedrático universitario en la
Universidad de Cuyo (provincia de Mendoza), donde da cursos de Literatura
inglesa y francesa. Corría el año 1944. Ahí surge Julio Cortázar, publica bajo
su nombre y apellido reales: “Bruja” (Correo Literario, Buenos Aires, 1945, fue
su año vital: “Apenas apostando…”, ensayos y “Estación de la mano”. Reúne “La
otra orilla”, su primer volumen de cuentos que permaneció inédita hasta su
incorporación póstuma en los “Cuentos completos” (1994).
Renuncia
a la docencia universitaria, en desacuerdo al peronismo. Vuelve a Buenos Aires.
Es nombrado gerente de la Cámara Argentina del Libro. Donde se desempeña
durante un trienio (1946-1949). A esas alturas el humilde maestro comarcano, ya
era una celebridad. Había publicado: “Teoría del Túnel” (1947); “Los viajes”,
pieza dramática. Y “Bestiario”, a no dudarlo una de sus obras más célebres.
Después
hizo su viaje a París.- No era un desconocido; pero, con todo no es fácil
abrirse paso en París.- Le vale que llevaba el título de traductor público de
inglés y francés, obtenido en la Universidad de Buenos Aires.- Se gana la vida
como traductor de la UNESCO.- En tanto escribe sin descanso. Conoce a una mujer
extraordinaria: Aurora Bernárdez, muy vinculada con autores e intelectuales de
la época. Se vincula a la izquierda.
Es
galardonado repetidas veces. María Alejandra Atadía, nos descubre a un Julio
Cortázar desconocido. El hombre en extremo generoso. Cedió el premio metálico,
a los presos políticos argentinos, otorgado para Médicis, a raíz de su obra
“Libro de Manuel” (novela).
Viaja,
estuvo en Nicaragua luego del triunfo de la revolución sandinista. Escribió un
libro bellísimo, al que le dio un título tierno: “Nicaragua tan violentamente
dulce”. Recibe la Orden de la Independencia “Rubén Darío”, de manos de Ernesto
Cardenal, Ministro de Cultura. Nunca la orden que lleva el nombre de nuestro
poeta esencial estuvo en mejores manos.
Colabora
en la mejor prensa mundial. Publica sus artículos: “Crítica de Buenos Aires”, y
he aquí nuestra gran sorpresa: “El Día, Honduras”. Donde aparece su artículo
“Octavio Paz y la estrella de Mar”, en 1971 (op. cit. p. 969). María Alejandra
Atadía, lo encontró en el archivo del autor de “Rayuela”. Lo incluye en su
excelente “Biobiografía”. ¿Cómo llegó al periódico que fundó en 1948 don Julián
López Pineda.
Es
un misterio.- Mi noble amigo Mario Argueta, al informarle de este hallazgo me
dijo: “En 1971, era miembro del Consejo de Redacción de “El Día”, el poeta
Oscar Acosta”. Insinuándome que el poeta había cultivado amistad con Julio
Cortázar. Acosta era un hombre muy bien relacionado.
Otro
amigo exquisito, Juan Ramón Martínez, me pidió que le enviara por “WhatsApp” la
página a que hago referencia. Así lo hice. Me respondió: “Es una honra para
Honduras. Tienes que escribir un artículo sobre este acontecimiento”. A su
petición lo he hecho.
Soy
desafecto a quienes lanzan “epigramas y denuestos” (entrecomillada la frase de
Luis Andrés Zúñiga), contra Honduras. Al contrario sensu, exalto cuanto
contribuye a elevar su nombre, cual es el caso que nos ocupa.
Tegucigalpa,
a 3 de noviembre de 2020
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