Manuel Ernesto Bernales Alvarado
Desde pibes del barrio de
La Boca hasta el Presidente de Francia, pasando por la Casa Rosada, sede del
Ejecutivo de la República Argentina, y más temprano que tarde también por el
Vaticano, hay duelo y también manifestaciones populares jubilosas, como se
puede ver en tvs bonaerenses y de varios
continentes, por Diego Armando Maradona con su número 10 en los altares
populares, que miles de sus devotos están erigiendo.
Los argentinos y peruanos
también, tienen un Santo de la Espada que murió allende los mares sin nunca
poder pisar la tierra que libertó. Maradona murió donde quiso estar. Dejo a
periodistas blanquiazules indagar, analizar y juzgar las penosas circunstancias
de su fallecimiento, ya subido a los altares del espíritu popular.
Algunos recuerdan que fue
irreverente con poderes establecidos, hasta con el Papa, aunque no dicen que
fue entusiasta con líderes y poderes que encarnaban sus ideales, en versiones
“políticamente correctas”. Líderes que guste o no son escuchados y seguidos por
importantes sectores políticos y sociales, como los Castro y en su momento,
Chávez.
Más allá del deporte
espectáculo solamente, Diego Armando Maradona encarna un ideal social, un mito
social, como idea y creencia de que, pese a parte de sí mismo, es reconocido y amado por que hizo felices a
muchos de sus connacionales, como rezan pancartas y grabados en paredes de la
república andina, atlántica y rioplatense. Hay una devoción religiosa en el
entusiasmo, luto y no memento mori, sino viviente, que suscita este ciudadano
que no obstante no alcanzar en número de goles a cracks argentinos y de otras
nacionalidades, es un ídolo y un mito indiscutible.
Hace años Edgar Morin
escribió sobre “La estrella”, el estrellato y su comprensión del sentido del
liderazgo y la encarnación de ideas y creencias sociales, condicionadas, no
fruto de laboratorio, que llevan a pensar en Maradona como un auténtico líder expresivo. Como un
mito viviente con sus claroscuros, chispazos de genialidad dentro de la cancha,
inspiración de equipos que le tenían con orgullo, y períodos de tristeza por
los males que le aquejaron, unos visible y otros probablemente no. Nadie sabe
lo de nadie decían las abuelas.
Ese mito social, hago
memoria aquí del viejo Hinkelammert que tan creativamente trabajó esa noción y
su institucionalización en el campo político y del Estado, nace en siglo XX en
un tiempo de luchas, logros, retrocesos y frustraciones populares, para luego
reaparecer no tanto ligadas a un ideario político y su programática de
gobierno, sino a movimientos sociales populares y de integración o pasajera
fusión en tiempos de coyunturas y crónicas que luego pueden ser o serán
historia. En una sociedad que sistemáticamente ha ocultado la esclavitud y la desindianización del interior que estuvo en
su origen y desarrollo, había de ser un hijo del pueblo no un patricio ni un
destacado descendiente de europeos migrantes, sino como él dijo: “Yo nací en un barrio privado de Buenos Aires, privado de
agua, privado de luz, privado de teléfono”, (D10S), le
citan.
Maradona ejerció, pese a
sus notables excesos, admiración, entusiasmo y festejo; también taquilla y una
economía mezcla de formalidad de informalidad evidentes. Mito social también
tuvo y tiene un efecto de fusión, arrastre
intergeneracional, interclasista, tanto de varones como de mujeres,
interpartidario, sin dejar su anclaje en
un actor social, el peronismo, que hace
que la República Argentina, con días y tiempos fastos y nefastos, tenga una
partido político que democracias
actuales no tienen, sea valorado o no como populista. Otros regímenes son mero reino de diversos
grupos de interés y además sin líderes deportivos ni políticos de polendas.
Hubo ídolos y mitos deportivos en el siglo XX como Muhammad Alí, pero no lo fue
para supremacistas blancos ni racistas. Curiosamente en la útil wiki, hasta ahí
no más, solo tenemos entre los mundialmente rankeados a Paolo Guerrero y Valeriano
López, que muchos jóvenes no conocen como poco saben de nuestra, su historia
nacional por la deblacle educacional y la carencia de buenos , que es el mejor
método de enseñanza.
Vuelve ahora a la Casa
Rosada en olor de santidad y multitudes. La autoridad nacional le brinda justo
homenaje. Quienes sean desafectos a ella solo podrán callar. Vive un mito social de raíz y destino
popular, puente entre el siglo pasado y el presente. Así, ¿por qué no
parafrasear que toda jugada genial viene del pueblo y va hacia él? Para mí que
sirva de aguijón para que se rescate lo mejor del hombre mito, para que el
pueblo se eduque y desarrolle como
personas no para la consolación o distracción alienante. Que sus mitos no
reemplacen sus ideales sino que ambos inspiren y den fuerza movilizadora
racional, no de muchedumbres ni instantes paroxísticos sino de ser, tener y valer más.
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