Un espacio de opinión crítica y constructiva sobre temas de interés nacional con un enfoque objetivo sin exclusión ni prejuicios de clases sociales, políticas, sexo o religión.

Juan Ramón Martínez

Maradona, ideal y mito social puente entre el siglo XX y el presente

 Manuel Ernesto Bernales Alvarado



Desde pibes del barrio de La Boca hasta el Presidente de Francia, pasando por la Casa Rosada, sede del Ejecutivo de la República Argentina, y más temprano que tarde también por el Vaticano, hay duelo y también manifestaciones populares jubilosas, como se puede ver en  tvs bonaerenses y de varios continentes, por Diego Armando Maradona con su número 10 en los altares populares, que miles de sus devotos están erigiendo.

Los argentinos y peruanos también, tienen un Santo de la Espada que murió allende los mares sin nunca poder pisar la tierra que libertó. Maradona murió donde quiso estar. Dejo a periodistas blanquiazules indagar, analizar y juzgar las penosas circunstancias de su fallecimiento, ya subido a los altares del espíritu popular.

Algunos recuerdan que fue irreverente con poderes establecidos, hasta con el Papa, aunque no dicen que fue entusiasta con líderes y poderes que encarnaban sus ideales, en versiones “políticamente correctas”. Líderes que guste o no son escuchados y seguidos por importantes sectores políticos y sociales, como los Castro y en su momento, Chávez.

Más allá del deporte espectáculo solamente, Diego Armando Maradona encarna un ideal social, un mito social, como idea y creencia de que, pese a parte de sí mismo,  es reconocido y amado por que hizo felices a muchos de sus connacionales, como rezan pancartas y grabados en paredes de la república andina, atlántica y rioplatense. Hay una devoción religiosa en el entusiasmo, luto y no memento mori, sino viviente, que suscita este ciudadano que no obstante no alcanzar en número de goles a cracks argentinos y de otras nacionalidades, es un ídolo y un mito indiscutible.

Hace años Edgar Morin escribió sobre “La estrella”, el estrellato y su comprensión del sentido del liderazgo y la encarnación de ideas y creencias sociales, condicionadas, no fruto de laboratorio, que llevan a pensar en Maradona  como un auténtico líder expresivo. Como un mito viviente con sus claroscuros, chispazos de genialidad dentro de la cancha, inspiración de equipos que le tenían con orgullo, y períodos de tristeza por los males que le aquejaron, unos visible y otros probablemente no. Nadie sabe lo de nadie decían las abuelas.

Ese mito social, hago memoria aquí del viejo Hinkelammert que tan creativamente trabajó esa noción y su institucionalización en el campo político y del Estado, nace en siglo XX en un tiempo de luchas, logros, retrocesos y frustraciones populares, para luego reaparecer no tanto ligadas a un ideario político y su programática de gobierno, sino a movimientos sociales populares y de integración o pasajera fusión en tiempos de coyunturas y crónicas que luego pueden ser o serán historia. En una sociedad que sistemáticamente ha ocultado la esclavitud y la desindianización del interior que estuvo en su origen y desarrollo, había de ser un hijo del pueblo no un patricio ni un destacado descendiente de europeos migrantes, sino como él dijo: “Yo nací en un barrio privado de Buenos Aires, privado de agua, privado de luz, privado de teléfono”, (D10S), le citan.

Maradona ejerció, pese a sus notables excesos, admiración, entusiasmo y festejo; también taquilla y una economía mezcla de formalidad de informalidad evidentes. Mito social también tuvo  y tiene un efecto de fusión, arrastre intergeneracional, interclasista, tanto de varones como de mujeres, interpartidario,  sin dejar su anclaje en un actor social, el peronismo,  que hace que la República Argentina, con días y tiempos fastos y nefastos, tenga una partido político  que democracias actuales no tienen, sea valorado o no como populista.  Otros regímenes son mero reino de diversos grupos de interés y además sin líderes deportivos ni políticos de polendas. Hubo ídolos y mitos deportivos en el siglo XX como Muhammad Alí, pero no lo fue para supremacistas blancos ni racistas. Curiosamente en la útil wiki, hasta ahí no más, solo tenemos entre los mundialmente rankeados a Paolo Guerrero y Valeriano López, que muchos jóvenes no conocen como poco saben de nuestra, su historia nacional por la deblacle educacional y la carencia de buenos , que es el mejor método de enseñanza.  

Vuelve ahora a la Casa Rosada en olor de santidad y multitudes. La autoridad nacional le brinda justo homenaje. Quienes sean desafectos a ella solo podrán callar.  Vive un mito social de raíz y destino popular, puente entre el siglo pasado y el presente. Así, ¿por qué no parafrasear que toda jugada genial viene del pueblo y va hacia él? Para mí que sirva de aguijón para que se rescate lo mejor del hombre mito, para que el pueblo se eduque  y desarrolle como personas no para la consolación o distracción alienante. Que sus mitos no reemplacen sus ideales sino que ambos inspiren y den fuerza movilizadora racional, no de muchedumbres ni instantes paroxísticos sino de ser,  tener y valer más.

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Sobre el autor

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Olanchito, Yoro, 1941. Realizó estudios de profesorado en Ciencias Sociales en la Escuela Superior del Profesorado y es licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales por la Universidad Nacional Autónoma de Honduras. Divulgador cultural y periodista de oficio, Juan Ramón Martínez Bardales es columnista del diario La Tribuna desde 1976, medio en el que también coordina los suplementos Tribuna cultural y Anales históricos. Además, mantiene una columna en La Prensa de San Pedro Sula y una semanal en la revista Hablemos Claro.