Un espacio de opinión crítica y constructiva sobre temas de interés nacional con un enfoque objetivo sin exclusión ni prejuicios de clases sociales, políticas, sexo o religión.

Juan Ramón Martínez

GOTAS DEL SABER (23)

 Juan Ramón Martínez

I

“Cuando los castellanos invadieron lo que sería la gobernación de Honduras, no era el momento adecuado para pensar en operaciones mineras. Lo primero que debía materializarse era la conquista de la tierra y el sometimiento de la población nativa, y en esas labores de pacificación intervinieron los esclavos negros. El caso más insólito de cuantos se han documentado, fue el de Juan Bardales, perteneciente a la cuadrilla del vecino trujillano Antonio de la Torre, uno de los primeros pobladores de esa villa, que empleo a su esclavo en las campañas contra los nativos. El comportamiento de Bardales fue sobresaliente y se ganó el respeto de sus compañeros de armas, su acción más destacada fue en una refriega contra los indios de la sierra, cuando los indios hirieron de muerte al capitán Saavedra, lugarteniente de Cortes en Honduras; “que si no fuera por el dicho Juan Bardales y por su buen esfuerzo de trabajo los indios lo llevaran al dicho capitán y a otros cristianos que estaban malheridos…”. El arranque de heroísmo estuvo a punto de costarle la vida, pues alcanzado por cuatro o cinco flechas Bardales convaleció sin asistencia hasta que se curó por el mismo. Tras una década de compartir penurias, de la Torre libero a Bardales que desde entonces fue un vecino más de la comunidad, optando y obteniendo 100 tostones de remuneración de la Corona por sus méritos y servicios” (AGCA, al 29, legajo 4677, exp. 40220, “Probanza de Juan Bardales uno de los primeros pobladores de Honduras, 1590, citado por Pastor Gómez Zúñiga, “Minería Aurífera, esclavos negros y relaciones interétnicas en la Honduras del siglo XVI” (1524—1570), Colección de Estudios Históricos y Antropológicos, Instituto Hondureños de Antropología e Historia, Tegucigalpa, Honduras 2012, página 108),

II

Según Mayes Huete, “El Obispado de Honduras se fundó en el año de 1539, en el Puerto de Trujillo, por Bula de  S.S. Paulo III, siendo el primer Obispo el Ilustrísimo Señor Don Cristóbal de Pedraza. El segundo Obispo fue el Ilustrísimo Señor Don Fray Gerónimo de Corella, quien en 1561 traslado el Obispado a la ciudad de Comayagua. Durante este tiempo, el Obispado de Honduras fue sufragáneo del de Santo Domingo, hasta el año 1743, que lo fue del de Guatemala, por haberse erigido este en Arzobispado. En el año 1806, la división eclesiástica del Obispado de Comayagua comprendía 33 curatos. El gobierno eclesiástico supero al civil en cuanto a obra de pacificación de los espíritus, en aquellas zonas de difícil acceso y dejando obras de cultura que dieron lustre a algunos de los Obispos y Frailes, como en el caso especial del Ilustrísimo y Reverendísimo Señor Don Fray Alonso de Bargas y Abarca, quien fundo el Colegio Seminario de Comayagua, que fue el centro de cultura más elevado de Honduras, ya que no tuvo Universidad sino después de la Independencia”.( Mayes, “Honduras en la Independencia de Centro América y Anexión a México”, página 12).

III


“Entre 1913 y 1917, las áreas optimas de agricultura tropical del caribe hondureño se pusieron bajo el control de las compañías bananeras norteamericanas. Esto complemento la incorporación del sector de exportación productor del excedente más viable de la economía capitalista internacional, un proceso que empezó con el desarrollo y control extranjero de la minería en los años 1880. El hecho que Honduras se encerró dentro de un síndrome de subdesarrollo capitalista en un estatus de “suministrador”, no se debió a algún drang (camino estrecho) repentino y conspiratorio por parte de los capitalistas de Nueva Orleans y Boston, ayudados por los dóciles y conspiradores políticos de Washington y Tegucigalpa, Al contrario, las compañías fruteras (bananeras) estaban asegurando y nacionalizando sus inversiones en el extranjero, así como en los Estados Unidos. Mientras que su gobierno perseguía un curso independiente, inicialmente impidiendo más (que) facilitando sus esfuerzos. El gobierno hondureño siguió la política concesionaria hasta su final lógico. Después de tres décadas logrando la reacción deseada. Las elites estaban cosechando los extensivos efectos de la inversión extranjera, sin perder su dominación del mundo interior, o sea la verdadera Honduras. Los “desiertos” (espacios vacíos, tierras sin utilización) estaban siendo desarrollados óptimamente y el verdadero ingreso gubernamental, aumento sin esfuerzo alguno. Finalmente, suficientes mejoras materiales estaban produciéndose en el interior del país como para satisfacer el modelo paternalista del gobierno elitista (Charles Brand, los antecedentes del subdesarrollo capitalista de Honduras, hasta 1919, página 112).

IV

El Presidente Manuel Zelaya Rosales, “ordeno a las Fuerzas Armadas que se dedicara a la Protección y Conservación del Bosque, designando el 1% del presupuesto nacional para esta tarea, la cual fue dirigida a la Biosfera del Rio Plátano donde se instaló un campamento organizando una Fuerza de Tarea con el nombre de “María Karla Tejeda”, para proteger la fauna, flora y los recursos hídricos del área, a la cual se le dio una campaña de publicidad internacional, invitando a la zona, en varias ocasiones, a los Embajadores y Cónsules acreditados en Honduras de todo el mundo. Desde este momento, otorgo beneficios a los miembros de las Fuerzas Armadas, incrementando durante su periodo un 100% de los sueldos asignados, manteniendo a las Fuerzas Armadas a su servicio y lealtad, para el cumplimiento de todas las misiones asignadas y descuidando las Fuerzas Armadas su adiestramiento por la asignación de misiones por parte del Poder Ejecutivo” (Juan Ramón Herculano Cruz, Secretario General del Estado Mayor Conjunto) “Crisis Política en Honduras creada por el gobierno de Manuel Zelaya Rosales durante el periodo del 2006—2009”, pagina 27).

V

El año de 1932 fue, económicamente, muy difícil para el presidente liberal, Vicente Mejía Colindres. La crisis económica era total y general. “A los empleados y maestros de escuela --que en aquel tiempo les pagaba la municipalidad—se nos llegó a deber hasta 4 y 5 meses de sueldos y a los maestros 9 o 10 meses; nos daban vales. Talvez se necesitaba unos 50 u 80 lempiras para pagar la casa o la provisión, y solos nos daban 20 lempiras, y eso nos obligaba a vender los recibos de sueldo al comercio, para que el comerciante, al hacer sus pagos de impuestos municipales, los daban como efectivo, pero tenían tantos recibos de maestros de escuela y empleados municipales que, ya no podían comprar más y hubo comerciantes que lo tomaban, la mitad en efectivo y la otra mitad en mercaderías, eso lo hacían los comerciantes mas cristianos, porque había comerciantes que le daba en efectivo pero quitándole la tercera parte y hasta la mitad del valor del recibo” (Chalo Luque, Las Revoluciones en Honduras, pág. 69) Ese año, se efectuaron elecciones generales para suceder al presidente Mejía Colindres. El candidato liberal era José Ángel Zúñiga Huete y el del Partido Nacional, Tiburcio Carias Andino. Gano la oposición y los Mayores de Plaza, todos liberales, se levantaron en contra del gobierno de su partido, tratando de evitar la sucesión presidencial. Al movimiento de los militares se le llamo “La Revuelta de las Traiciones”. Al final, con armas proporcionadas por el Salvador y la cooperación de Carias Andino y sus armados seguidores, la revuelta militar fue derrotada. Y Mejía Colindres, le entrego, en una acción ejemplar a su adversario político, la titularidad del ejecutivo que le había otorgado el pueblo en elecciones generales. Ejemplaridad que no imito Carias Andino, cuatro años después. 

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Sobre el autor

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Olanchito, Yoro, 1941. Realizó estudios de profesorado en Ciencias Sociales en la Escuela Superior del Profesorado y es licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales por la Universidad Nacional Autónoma de Honduras. Divulgador cultural y periodista de oficio, Juan Ramón Martínez Bardales es columnista del diario La Tribuna desde 1976, medio en el que también coordina los suplementos Tribuna cultural y Anales históricos. Además, mantiene una columna en La Prensa de San Pedro Sula y una semanal en la revista Hablemos Claro.